marzo 27, 2025

Periodistas Sin Censura

La Otra Cara de la Noticia

¡Y El NarcOscar Va Para…!

 

*Esta entrega de galardones cinematográficos podría pasar a la historia como el primer festival del “narco pop”  
 
 
 
*“Emilia Perez”, un largometraje hueco realizado en Francia por el cineasta galo Jacques Audiard, se presenta como una “narco opera”
 
 
 
 
 
 
 
Gloria Virginia Davenport./Editora

 
 
La 97 entrega de los premios Óscar, considerada como la premiación a lo más representativo del cine contemporáneo, podrá pasar a la historia como el festival del narco pop, el encumbramiento del narcotraficante industrializado, confeccionado en la Europa mexicofóbica como un traje a la medida para dos de los prejuicios insignia del ultraconservador derechista presidente de Estados Unidos Donald Trump: el narco sistema y la transfobia.

 
 
“Emilia Pérez”, un largometraje hueco realizado en Francia por el cineasta galo Jacques Audiard, producido por la empresa de streaming Netflix y que presume trece nominaciones para el Oscar, se presenta como una “Narco opera”, una “Maravillosa historia” sobre el triunfo del bien sobre el mal y la redención al alcance de los criminales más sanguinarios.

 
 
A través de una narrativa torpe, plagada de estereotipos de tira cómica y de nota roja de la guerra fría, el director francés recrea en su país las calles de un México sumido entre pobreza y fanatismo religioso, ridiculizando a los narcotraficantes más sangrientos hasta ponerles apodos en diminutivo “Manitas”, ansiosos por renunciar a sus masculinidades brutales en coreografiadas cirugías de reasignación sexual para escapar,  fingiendo sus muertes y transformándose en mujeres clasistas de la alta burguesía mexicana en vías de transformarse en santas a través del martirio del karma y del bisturí.

 
 
La fórmula del mediocre director francés tenía que ser atractiva para la narcofílica Netflix, productora y promotora de la romanización del narcotraficante utilitario como el nuevo estereotipo criminalizador de América Latina, y entre cuyas obras producidas o difundidas en su plataforma destacan grandes éxitos como Narcos (sobre Caro Quintero, el Chapo Guzmán y otros), Griselda, El Patrón del Mal (Acerca del capo colombiano Pablo Escobar Gaviria) etc.

 
 
A la misma se le añade la mexicofobia, ese desprecio racista y clasista tan parecido a la aporofobia en Europa por el rol cada vez más protagónico del México de la administración de Andrés Manuel López Obrador en la geopolítica mundial, y por sus constantes confrontaciones con España en demanda de disculpas por los crímenes y agravios de la conquista.

 
 
Quizás fue esa mexicofobia europea con vasos comunicantes entre las clases burguesas aspiracionistas mexicanas, y sus medios de comunicación lastimados por su agonía, que la “NarcoOpera” de Audiard, pese a ser un compendio de errores fílmicos, falta de profesionalismo y exceso de soberbia, logró obtener premios relevantes en festivales de cine, como Cannes, los BAFTA y 13 nominaciones al Oscar entre otros.

 
 
Si no fuera a través del prisma de la mexicofobia, ¿como se entendería que la Academia de Artes Cinematográficas lleve a “Emilia Pérez” a competir por los mismos premios Oscar que alcanzaron obras maestras del cine de delincuentes, como El Padrino y “El Padrino 2” de Francis Ford Coppola, basadas en la novela de Mario Puzo, y que destacó por su arte en complejas recreaciones escenográficas, vestuario, fotografía y edición.

Para Netflix y la Academia el discurso faciloide del Narco Pop mexicano es un producto deseable en la agenda mexicofóbica de la segunda era Trump.

En un momento en el que el mandatario resurge con amenazas de aranceles a México por el tráfico de fentanilo, y en el que declara la guerra hacia las personas Transgénero y Transexuales decretando que solo se respetaran las identidades cromosómicas en Estados Unidos, “Emilia Pérez” es un bocado putrefacto de racismo, pero digestible para las masas a través de capas del merengue dulzón del prejuicio de la ultraderecha.

 
Y qué más si el personaje principal es actuado por una actriz trans española llamada Karla Sofia Gascón, abiertamente clasista, racista, transfóbica, prepotente y déspota, con un desprecio abierto al país a donde llegó a hacer carrera como actor galán de telenovelas de Televisa, y que llegó a retratar a un narcotraficante mexicano moreno y de ojos oscuros que logra cambiar el color de su piel y ojos como parte de una insultante y desafinada cancioncita sobre la Vaginoplastia.

Una persona trans que vivió años en México, que sabe que es el segundo país con más  de odio por transfobia en el mundo, y que no tuvo empacho en representar a un narcocriminal sádico que se transexualiza para evadir a la ley, a sus cómplices y para engañar con dinero y financiamientos a las víctimas de sus crímenes al grado de venerarla transformada en santa.

 
Hay versiones de que actrices trans mexicanas, como la cantante Morganna Love hicieron audiciones para el papel, pero que no fueron seleccionadas tras advertir sobre los errores y el contenido insultante de la trama.

 
No es curioso que tras una cancelación por mensajes racistas en redes sociales contra las poblaciones afroamericanas y musulmanas, hacia mujeres cargados de misoginia y otras poblaciones, Netflix perdonara a Gascón y le financiara los gastos para acudir al Oscar, al tiempo que directores también españoles como Alejandro Amenabar salieran a intentar lavarle la cara justo en el momento más tenso entre el gobierno de Trump y México por el tema de los carteles de drogas y los narcos.

 
Mientras Netflix se ha negado a subir el narcobodrio “Emilia Pérez” a su plataforma en México luego de su fracaso en cines, y su director Jaques Audiard es considerado como “El hombre basura” por declarar que el idioma español es para “migrantes y pobres”, Camilla D’Aurora, una influencer trans contraataco con un cortometraje difundido en redes, “Johannes Sacrebleu” que parodia a Francia con el mismo recurso de los estereotipos, pero a través de la comedia, logrando sentar un hito cultural.

 
Netflix es en sí un ser proteico, cuya elasticidad le hace ser quizás el producto más elaborado del capitalismo de algoritmos. Aprende y genera nuevas estrategias del chantaje enajenante, llegando a donde Televisa jamás pudo imaginar con sus productos basura.

 
 
Por un lado, se niega a incluir al narcobodrio mexicofóbico “Emilia Pérez” en su plataforma mexicana, y por otro presume haber lanzado al Oscar la obra “Roma” de Alfonso Cuarón,

 
 
Y al mismo tiempo anunciar una inversión de mil millones de dólares para la producción de películas y series en México entre 2025 y 2028, según fue dado a conocer en la conferencia matutina del Pueblo del pasado 20 de febrero.

Según el CEO de la empresa, Ted Sarandos:  “En Netflix compartimos su visión de un México vibrante y próspero, lleno de crecimiento y oportunidades. Y queremos contribuir a hacerlo realidad”

 
¿Esa realidad de Sarandos incluirá una telenovela en formato de serie sobre la vida de Santa Emilia Pérez de los narcos pop en ultratumba? ¿O quizás un nuevo biopic de Garcia Luna interpretado por Jack Black rapeando corridos tumbados escritos por un tumbado dipsómano escondido en España?

 
Eso se podrá predecir con la entrega del NarcOscar de esta noche…

 

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