
Una nueva iniciativa busca transformar de fondo el documento que todos los mexicanos conocemos, pero pocos consideramos como identificación oficial: la CURP. Con la propuesta de reforma al artículo 91 de la Ley General de Población, el Gobierno federal pretende convertir la Clave Única de Registro de Población en una verdadera credencial de identidad, al integrarle elementos biométricos y de seguridad digital.
La CURP dejaría de ser únicamente una clave alfanumérica en papel para convertirse en un documento con huellas dactilares, fotografía, nombre completo y, lo más innovador, un código QR.
Este código permitiría verificar de manera rápida y segura la autenticidad del documento y acceder a los datos del portador mediante sistemas digitales, abriendo la puerta a una era de identificación más moderna, confiable y eficaz.

¿Por qué es importante esta transformación? Porque, aunque la CURP es obligatorio desde hace décadas, su uso real como instrumento de identificación ha sido limitado. Las dependencias públicas y privadas siguen exigiendo credenciales como el INE, el pasaporte o la licencia de conducir, dejando a la CURP relegada a trámites administrativos, escolares y de salud. Con esta reforma, la CURP se posicionaría como una identificación oficial válida en todo el país.
La apuesta del Gobierno es clara: unificar y simplificar la identidad de las personas mediante un documento seguro, difícil de falsificar y útil tanto en el ámbito digital como físico.
La incorporación de datos biométricos no solo busca evitar la duplicidad de registros, sino también garantizar que la identidad de cada persona esté respaldada por características únicas e irrepetibles.

No obstante, este tipo de iniciativas también plantea preguntas importantes: ¿cómo se protegerán los datos personales y biométricos de millones de mexicanos? ¿Qué medidas habrá para evitar su mal uso? Y sobre todo, ¿cómo se garantizará que esta nueva identificación sea aceptada y utilizada por todas las instituciones públicas y privadas?
La CURP con código QR, fotografía y huellas puede ser un paso importante hacia la digitalización segura de la identidad en México. Pero su éxito dependerá no solo de su diseño y tecnología, sino de la confianza que el Estado genere en su uso y resguardo. La iniciativa está sobre la mesa; ahora el reto es hacerla realidad con responsabilidad, transparencia y visión de futuro.
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