Existe un opioide que funciona como un potente analgésico. Es como la morfina, pero más fuerte. Hasta entre 50 y 100 veces más poderoso. De manera prescrita, puede aliviar, con poca dosis, el dolor más agudo de cualquier enfermo. Pero en su faceta ilegal, puede matar hasta a 100 mil personas en solo un año, como ocurrió en Estados Unidos de 2020 a 2021. Su nombre es fentanilo y su principal traficante es México.
De ahí los traficantes de droga se las arreglaban para distribuir parte de lo recibido como droga callejera. No es complicado. Se trata de una sustancia totalmente química. No necesita grandes sembradíos ni transportarse en extensos cargamentos. Es más práctica y barata para traficar. Y mucho más fuerte que sustancias como la cocaína y la marihuana.
Entonces, como ha detallado la investigadora y experta en el crimen organizado a nivel internacional, Vanda Felbab-Brown, no pasaron muchos años para que los grandes cárteles de la droga mexicanos se dieran cuenta del negocio que representaba el fentanilo, lo hicieran propio e incluso, como es de esperarse, se peleen su distribución de manera sangrienta, recrudeciendo el mortal saldo que ha dejado el narco en México.
Su indagación la llevó a cabo entre octubre y diciembre del 2021. Hizo más de 100 entrevistas: desde personajes dentro del propio trabajo de campo hasta académicos, políticos, autoridades y periodistas especializados en el tema.
Ella concluyó así lo que recién anunció la Comisión Federal para Combatir el Tráfico de Opioides Sintéticos, un grupo bipartidista de EEUU: México es la principal fuente del fentanilo ilícito y sus análogos; los cárteles lo fabrican en laboratorios clandestinos, con precursores químicos provenientes en gran parte de China.
En 2019 el gobierno chino atendió las peticiones estadounidenses y estableció la exportación de precursores de fentanilo bajo un sistema de licencias. Creían que eso controlaría el problema.
Pero para entonces, el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa ya habían tomado nota de la facilidad con la que esa droga se elaboraba, los costos mucho más bajos que representaba y lo simple que era traficarla.
Entonces los cárteles mexicanos modificaron la dinámica de la ruta. Los precursores del fentanilo, que dichas organizaciones delictivas adquirieron de manera legal, empezaron a entrar aún de manera más sencilla al territorio azteca donde se cocinaba el fentanilo y desde donde empezó a expandirse con más fuerza hacia sus vecinos del norte. Pero también hacia el sur.
“Los cárteles compran los precursores en China. Los llevan a México. Ahí lo convierten en fentanilo. Y después lo distribuyen mayormente hacia EEUU. Pero en los últimos dos años empezaron a distribuirlo en mismo México”.
El caso que ahora mismo acapara los titulares argentinos podría ejemplificar lo anterior. Aunque aún no se confirma, hay fuertes indicios de que la “cocaína mala”, que mató a por lo menos 23 personas, estaba mezclada con esa droga sintética.
“Los usuarios (de drogas) no suelen estar enterados de que les están vendiendo droga mezclada con fentanilo, ellos creen que es (por ejemplo) cocaína pura, lo que hace más fácil que caigan en sobredosis”.
Los dealears, añade la investigadora, esperan hasta que los usuarios se vuelven adictos al fentanilo -el poder de adicción duplica al de la heroína- para decirles que lo están consumiendo.
Vanda mencionó no tener una cifra exacta del valor monetario que representa el mercado del fentanilo, “pero tiene que ser muy valioso; ya que domina el mercado norteamericano de droga”, apunta.
Una investigación contundente del revista médica The Lancet advierte que la crisis de opioides tiene una “buena probabilidad” de extenderse a nivel mundial a medida que aumentaron las muertes por sobredosis de todas las drogas durante la pandemia.
Se espera que más de 1,2 millones de personas adicionales en América del Norte mueran por sobredosis de opioides para 2029 si no se toman medidas drásticas para prevenirlo, según el nuevo estudio. Las muertes por sobredosis de todas las drogas, incluidos los opioides, han aumentado drásticamente en los EE. UU. y Canadá durante la pandemia de Covid-19.
El informe de The Lancet, preparado por la comisión Stanford-Lancet sobre la crisis de opioides en América del Norte, es un documento de amplio alcance que busca resaltar recomendaciones basadas en evidencia para la crisis de opioides.
Predice que el número de sobredosis “crecerá exponencialmente” en los próximos siete años, matando a 1,2 millones de personas más. Tal cifra representaría una duplicación del número de muertes observadas en las últimas dos décadas.
Esta enfatizó que si bien las vulnerabilidades específicas en las regulaciones estadounidenses aceleraron el problema actual, también hubo evidencia de que la crisis de los opiáceos “tenía buenas posibilidades de propagarse a nivel mundial -agregó Humphreys-. Como mostramos en el informe, Australia tiene un aumento de 15 veces en la prescripción de opioides. Inglaterra se ha duplicado. Finlandia se ha multiplicado por siete. Brasil en un 465%”.
Los datos provisionales publicados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) mostraron que durante el período de 12 meses que terminó en abril de 2021, más de 100.000 personas murieron en los EE. UU. por sobredosis de drogas, incluidas más de 75.000 personas cuyas muertes involucraron opioides.
Los opioides, una amplia clase de drogas que incluyen analgésicos recetados y drogas ilícitas como el fentanilo y la heroína, están involucradas en aproximadamente tres cuartas partes de las muertes por sobredosis en los EEUU. El número de muertes por sobredosis de fentanilo ha aumentado considerablemente desde 2015.
En América del Norte, más de 600.000 personas han muerto por sobredosis de opioides desde 1999. Se reconoce ampliamente que la epidemia de opioides comenzó cuando las compañías farmacéuticas comercializaron opioides de manera agresiva.
En América del Norte, se considera que la crisis de los opiáceos se produjo en gran medida en tres etapas. La prescripción generalizada de analgésicos opioides en la década de 1990 provocó que millones de personas, en particular blancas e indígenas que vivían en áreas rurales, se volvieran adictas.
Los recursos insuficientes para el tratamiento de la adicción expandieron los mercados de heroína ilícita y también trasladaron la epidemia de opiáceos a los centros urbanos, ampliando su uso entre los afroamericanos. Luego, esos mercados se inundaron con fentanilo, un opioide sintético de 50 a 100 veces más potente que la morfina, lo que provocó picos recientes en las muertes por sobredosis de opioides.
Luego, la comisión pidió una administración de opioides que tenga en cuenta tanto los beneficios como los riesgos de los analgésicos; tratamiento de adicciones que forma parte de los servicios básicos de salud pública; reforma de la justicia penal; inversión en comunidades más saludables y educación infantil; innovaciones en la investigación biomédica para encontrar analgésicos no adictivos; y, por último, un compromiso de las naciones ricas de promulgar políticas para evitar exportar la crisis de los opiáceos a los países en desarrollo.
Incluso si los legisladores solo abordaran la influencia de las compañías farmacéuticas, tal cambio representaría un dramático realineamiento del poder en los EE. UU. La industria farmacéutica y de la salud gastó más de $352 millones en cabildeo con los miembros del Congreso en 2021. En 2020, solo la industria farmacéutica donó a dos tercios de los miembros del Congreso, o 356 legisladores, según la publicación de salud Stat.
Humphreys reconoció que tal cambio fue desalentador, pero argumentó que no debe ignorarse. “No vamos a pretender eso porque esto es políticamente imposible, por supuesto que es un problema el papel del dinero, pero es posible comenzar por otras acciones menos complejas de abordar”, dijo Humphreys.
Investigaciones anteriores de la comisión sugirieron que el 25% del aumento en las muertes por sobredosis previstas podría evitarse con la distribución generalizada del antídoto de sobredosis de opioides, naloxona.
El deceso fue reportado por la empresa Triple A a través de sus redes sociales, en las que mostraron sus condolencias a familiares y amigos del luchador. La noticia fue confirmada posteriormente por el Consejo Mundial de Lucha Libre.
Super Muñeco era hijo del luchador “El Sanguinario”, nombre que adoptó a inicios de su carrera, por lo que fue conocido como “El Sanguinario Jr” por un tiempo. Sin embargo, más tarde cambiaría su nombre gracias a que tomó como inspiración a uno de los payasos más famosos de México: Cepillín.
Hasta el momento, no se dieron a conocer las causas de su muerte, pero se presume que fue debido a complicaciones de COVID-19. Descanse en paz…¡¡¡Seguiremos informando!!!
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